Compasión Humana


COMPASIÓN HUMANA

Ricardo Ruiz de la Sierra
La compasión (del latín sufrir-con) es “un sentimiento de tristeza que se produce al ver padecer a alguien y que impulsa a aliviar su sufrimiento, remediarlo o evitarlo” (Wikipedia). Se manifiesta desde el contacto y la comprensión del sufrimiento de otro ser, con-moviéndonos a actuar. En mi opinión resulta psicológicamente incomprensible si no es por amor. En la RAE se define como “pena, ternura e identificación ante los males de alguien”. La compasión también beneficia al compasivo: les abre el corazón y les hace más felices. Su práctica hace amar más y mejor. Hace avanzar al mundo. La empatía (del griego patos- relación) es la habilidad social de percibir, compartir y comprender lo que otro pueda sentir sin juzgarle “llorar con el que llora y reír con el que ríe” (Pablo de Tarso). La compasión es más intensa que la empatía (que no implica necesariamente acción) y mucho más que la simpatía que juzga y solo ayuda a los que les caen bien o son sus amigos (los terroristas también aman a sus familiares).
La solidaridad en los estados del bienestar se entiende como “la actitud positiva y generosa de las instituciones hacia el cuidado de los más débiles o desfavorecidos” pero no conlleva una implicación personal (solo vía impuestos) ni un incremento en la capacidad de amar pues es una labor realizada por unos trabajadores sociales contratados por el estado. La justicia social no excluye la caridad. Los voluntarios de las religiones o ONGs llegan donde no lo hacen los sentimientos compasivos o el horario de los Servicios Sociales. Dice el escritor de “Sapiens” Yuvan N. Harari que “lo moral no es acatar leyes sino reducir el sufrimiento”. En mi opinión esto solo se puede hacer por compasión y este es el mandato principal de las tres grandes religiones monoteístas. Excluyendo sus fanatismos la caridad, piedad o misericordia religiosa, aunque estos términos estén desprestigiados, es lo que ha hecho y hará realidad la utopía. La fe verdadera no es nada más que una esperanza en la duda permanente de la existencia de un padre común pero mueve a una hermandad universal que ha hecho un inmenso bien por encima de la empatía: amar a sus semejantes. (En el siglo II Tertuliano ayudaba a los paganos y más tarde el islam, en su expansión, respetaba sus creencias).
Llamada por el budismo “piedad cuidadosa” la compasión es la aptitud espiritual propia del budismo que nos acerca a la iluminación, según el Dalai Lama. Actualmente la hospitalidad musulmana es la principal ayuda que reciben los inmigrantes en su camino hacia el norte. Jesus además de enseñar “amar al prójimo como a uno mismo” con la parábola del buen samaritano, fue el único que dijo “ama a tus enemigos” ¡Ósea hacer el bien al que no te cae bien o crees que no se lo merece! ¡Si ahora está bien visto crispar, vengarse en las redes, hacer escraches y hundir al que te cae anti-patico!. Dice la canción “compasión no quiero, quiero amor sincero” refiriéndose al desamor erótico pero, es que la compasión hacia el dolor ajeno nace del amor fraternal (tan universal como el sufrimiento).
Decía Darwin que el éxito de nuestra especie no se debía a la competencia sino a la colaboración. Yo creo que es producto de la gran capacidad de empatizar del ser humano, pues capta naturalmente la regla ética “no hagas a los demás lo que no quieras para ti”. La confianza está en la base de la sociedad aunque hoy se esté perdiendo (se exige un papel o registro informático). El amor y la compasión practicada por las religiones humanistas son un paso más incluso en nuestra sociedad del bienestar que obedece ciegamente a demasiadas leyes (como funcionarios) sin plantearse individualmente si disminuyen el sufrimiento. Con frecuencia nos mostramos duros e implacables con el que “la hace”, estamos cada vez menos dispuestos a la flexibilidad, al arrepentimiento, al perdón y a sentir lástima porque confiamos en las instituciones con lo que provocamos el “mal banal” de la filósofa Hannah Arendt, por falta de empatía. Ni la ilustración, ni los estados del bienestar, ni las leyes solidarias… el amor es la moralidad universal del mundo, disminuye el sufrimiento e incluso es capaz de dar la vida por los demás.


Estoy de acuerdo con tus consideraciones de la compasión, piedad o misericordia, como dices estas últimas palabras muy denostada. Es una cualidad del amor que beneficia a los que intervienen. La experiencia que he tenido en Cáritas cuando el beneficiario se hace voluntario es apreciable, se completa una interelación humana verdaderamente admirable,
Son muy interesantes los estudios sobre la Inteligencia Espiritual, (Howard Gardner, Dhana Zohar, Francesc Torralba…) en las que se considera a la compasión como una de las capacidades y fortalezas espirituales más importantes.
(Soy amiga de Luz en Campello).