Epístola de la Tristeza a Unamuno


 

Epístola de la Tristeza a Unamuno

Ricardo Ruiz de la Sierra

Querido D. Miguel me han engañado desde el ambón. En ese ansia de ser amado y de felicidad envidio a los hipócritas, parecen los mejor saciados ¿Para qué ser honesto si llueven más palos sobre los buenos? Por el paternalismo entra la peste, ya no entiendo esa heroicidad religiosa del amor que usted también sostiene. Prefiero chocar las ideas de mi grupo de pertenencia contra las de otro, si las pongo en acción y fluye el pensamiento luego me obsesiono o me da vértigo. Además no quiero que me señale mi gente. Lo que voy a intentar es sentir mucho, sobre todo emociones positivas. Estamos en la sociedad del bienestar. Ser lo que siento. Es verdad que donde el exceso es dañino es en la razón.

Tal vez deberíamos ser todavía más obedientes y abandonarnos a los políticos y al software. Reconocer la superioridad de los procedimientos en un mundo tan complejo y trágico. Con la ley: cumpli-y-miento, aunque no paré las muertes en el Mediterráneo. Como la mayoría cerraré los ojos a lo que me molesta, no saldré de la zona de confort y aparcaré el sentido común. Si el progreso global se ralentiza, como lava que se enfría, otra colada vendrá y otros que resistan toda la vida.

Mire D. Miguel ahora los que se comportan habitualmente mal se les llama personalidades tóxicas y los psicólogos aconsejan alejarse de ellos no compadecerlo todo. Son pocos pero, con la impredecible incertidumbre y los desengaños hacen que nos vayamos bastante zarandeados de este mundo. De la nada, al sufrir y la soledad, y de este absurdo a la nada otra vez, opinan los intelectuales con una fe gigantesca en la ciencia y en el ser humano mientras vive. El mal es esencialmente temporal como dijo usted, pero a lo mejor dura más de cien años con la corriente transhumanista.

Sé que fue cristiano heterodoxo, pero ya sabe que a Lutero primero le tomaron por el diablo y a los santos por locos. Si me permite, para evitar problemas no hay que ser libre, ni quijote, ni crítico. Es mejor la fe muerta de los que crucifican la razón. Evitar la lucha contra el corazón y no agonizar en el misterio o adoptar el laicismo como religión. Pervivir simplemente como hijos de Grecia y seguir al pueblo judeo-cristiano antes que a Dios. Me niego a portar la antorcha de otros o a comportarme como ejemplo, que cada uno aguante su vela ¡Hay que quererse a uno mismo! No anhelo esa pseudo-inmortalidad suya de no merecer morir, como Cristo o como otros imprescindibles que nos precedieron. Tampoco quiero aspirar a lo imposible para dejar algo que merezca la pena yo quiero evitarme sufrimiento y tener reconocimiento de los míos para vivir mejor… no solo momentos de amistad. Quiero aceptar la vida como es y no revelarme contra la injusticia, sobre todo si la cometen mis amigos. Aunque ya no ame al prójimo soy leal. Actualmente, Don Miguel, no hay respeto. Se cree a la máquina antes que al hombre. Un apretón de manos o a una palabra dada valen menos que un registro informático. Eso no lo veo bien pero tendrá que ser así o que lo arreglen otros. No puedo con mis enemigos. Me rindo al miedo, prefiero ser un burgués dócil.

Efectivamente el cristianismo es la religión del hijo no del padre. El padre es el azar de los científicos o los filósofos. Para mí el madero de la cuna es un misterio más grande que el de la cruz. Soy padre y por ello más vulnerable. Rezo al pediatra, pues los niños son la sal del mundo no los discípulos de Jesús que tampoco se aman. Ya dijo que el amor divide y no trae paz que hay que hacerse un niño, nacer de nuevo ¡El llanto de un bebé me resulta muy humano! Aunque sea un cobarde, haya tirado la toalla y por la edad haya dejado de creer en el género humano me tomo como lo mejor lo que me ocurre no por soberbia sino porque todavía tengo una esperanza tal vez es el Dios-niño quien lo permite.

 


Ricardo Ruiz de la Sierra

Ricardo Ruiz de la Sierra, es un escritor que empezó a escribir movido por su inquietud humanística y el interés hacia la espiritualidad y colaborador de medios tan prestigiosos como el periódico “ABC” y diversas publicaciones en cartas al director en “El Mundo” de Valladolid y “El Norte de Castilla”, actualmente coordinador de las jornadas literarias de Ateneo Escurialense.

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