ETA se disuelve



Ricardo Ruiz de la Sierra
Afortunadamente ETA se disuelve. Han sido muchos años y demasiados muertos después. En el 1999 cuando volvió a las armas escribí:
“El terrorismo de ETA y el nacionalismo radical vasco es un problema complejo para los psiquiatras. En la escala inferior están los fanáticos, con ninguna inteligencia emocional, empatía o sentimiento de culpa. Estos son los que aprietan el gatillo en la nuca, por la espalda y rematan fríamente en el suelo. No les preocupa nada la indignación de la sociedad.
En la escala intermedia “la ideológica” se sitúan los esquizoides (en distintos grados de evolución). Estos recopilan la información, proveen el material o dan la orden para realizar los atentados. Tienen una visión deformada de la realidad y trastornos en la afectividad. Con los actos terroristas intentan imponer su modelo de sociedad, no están dispuestos a discutir con otros vascos o españoles en los parlamentos ni que sea el pueblo vasco quien decida con su voto. En plena psicosis obsesiva también cometen personalmente actos sangrientos, sobre todo en los que sólo hay que apretar un botón, porque ante todo son burgueses cobardes.
El nivel superior en toda esta enfermedad mental es el de los políticos independentistas que justifican la violencia o de los políticos nacionalistas que hacen frente común o pactan con ellos (pacto de Estella). Los líderes del PNV son responsables de hacer un sitio en la democracia a los fascistas (han sido expulsados del partido conservador europeo), en vez de escuchar el clamor popular de los demócratas y las víctimas. Arzaluz continua con sus disparates y excesos verbales contra sus adversarios (como él dice) mientras estos caen abatidos por las balas de ETA y muestra una comprensión paternal para con los cachorros del terrorismo. Anasagasti sigue con su buen humor, inalterable a los acontecimientos, sabedor de que él no corre ningún peligro. A estos políticos se les escucha mucho en los medios de comunicación y arrastran a bastantes ciudadanos que se dejan persuadir por promesas de futura felicidad en el “paraíso terrenal” y que se adhieren a una ideología-doctrina, aunque sea tribal y oscura. Otros no convencidos, sin embargo, callan por temor, la presión que ejercen los más ruidosos les impide expresar con libertad su rechazo al nacionalismo (tres de cada cinco vascos dicen estar asustados en una reciente encuesta anónima).
Al lado de estos políticos están los que llevan las cuentas de todo este conglomerado: la mafia. Interesada en que el río esté revuelto para enriquecerse con extorsiones, contratos o eliminación de la competencia que no muestra adhesión a la causa.
Los jóvenes son un colectivo fácil de conquistar por este clima nacional-patriótico, dada su natural inconformidad en esa edad tan fácil, que decía Platón, para hacer fanáticos, y a ellos les encargan provocar disturbios, sabotajes y meterse con los vascos de buena voluntad y bien educados. El nacionalismo gobernante manipula también a la infancia y en las ikastolas les enseñan “su historia” y a odiar. Es un fenómeno estudiado por los sociólogos en la Alemania que permitió a Hitler llegar al poder democráticamente. En la iglesia vasca, desde el párroco al Obispo, en la adjudicatura, en los puestos de funcionarios… va sustituyéndose el personal por los que poseen partida de nacimiento, después por los que son nacionalistas y el final de esa espiral sin duda será el racismo más burdo.
Cualquier ser humano del siglo XXI: vasco, español, americano… que, en vez de abrirse a un mundo globalizado, mire hacia atrás enarbolando banderas, pintando fronteras y entonando himnos patrios, que valore o separe a las personas por su lugar de nacimiento tiene un problema añadido a los que la vida nos depara. El objetivo irrenunciable de un nacionalista demócrata está más cerca de una patología xenofóbica colectiva que de un proyecto político… pero en una democracia puede admitirse, si en un clima de normalidad, sin falta de libertad, y cumpliendo la ley consigue convencer o volver locos a la mayoría para cambiar la constitución; aunque el objetivo de someter a otras comunidades autónomas, es sencillamente paranoico, después de enarbolar la bandera del victimismo.
Frente al asesinato, la intimidación y el chantaje (poniendo un precio a la paz) no caben equívocos ni medias tintas ni plataformas intermedias, solo un abismo que nos separa nítidamente a los demócratas. Individualmente podemos retirar el saludo a los conocidos y familiares radicales o no comprar en sus tiendas y no beber en sus bares. Sólo así, con un no-aprecio pacífico conseguiremos aislar la locura de un colectivo. Es mucho lo que está en juego en el país vasco: la libertad y la vida de quienes la representan y la protegen. Es la única forma de minimizar el terrorismo o quien sabe si acabar definitivamente cuando todos los psicópatas estén en la cárcel y los esquizofrénicos en el psiquiátrico. Y si pude ser, por generosidad, cerca de sus familias, porque son los únicos que pueden quererlos, aunque nadie pueda acercar los muertos a las suyas.”
En otro artículo sobre las elecciones de 2001 que volvió a ganar el PNV escribo:
“Tengo que reconocer que no confiaba en los dirigentes del PNV que gobernaban con EH por el pacto de Estella, pero sí en los votantes del PNV (dicen que en política los errores se pagan). Ellos sí demostrarían sensibilidad humana hacia los amenazados, ellos sí comprenderían el sufrimiento ajeno, y serían demócratas antes que nacionalistas. Parecía que la participación masiva de los vascos en las elecciones (80%) era para dar un giro a los acontecimientos, pero, resulta que no, que las cosas no sólo van a seguir igual, con los mismos dirigentes, sino que con mayor diferencia de votos y escaños que antes (menos mal que los de EH se han hundido). Lo que han demostrado es un instinto tribal superior a la humanidad de sus corazones… con la sangre que se está derramando todavía se sienten agredidos después de tener la misma autonomía que una república”.
En el 2003 después de un atentado escribía:
“Cada vez que entierran a un valiente, a una víctima más de la violencia fascista, a la que se enfrenta, no con armas, sino con el coraje de intentar llevar una vida digna… siento una inmensa ira, rabia contenida por el ejemplo que él nos deja y que nos refuerza en la defensa del derecho a la vida y a la libertad de pensamiento.
Una vez más gritamos: ¡Justicia! Contra ese loco y cobarde que le descerrajó tres tiros mientras leía el periódico. Hemos perdido a otro de los mejores euskaldun que, en vez de claudicar a la amenaza y perderse en la masa asustada, fue libre y vivió de pie hasta el último momento. Estos hombres y mujeres nos salvan a todos en un país vasco oprimido y con menos autonomía que nunca.
Una vez más tenemos que presenciar la escena televisiva de los concejales de batasuna rubricando la pena capital y los demócratas gritando contra la sinrazón. Una vez más, unos pocos ciudadanos vascos se concentran espontáneamente en silencio en las plazas mientras los que tienen miedo siguen de compras (el régimen nacionalista proporciona un alto poder adquisitivo a cambio de tibieza moral). Una vez más representantes del PNV condenan el asesinato mientras comparten ayuntamientos e instituciones con los que no condenan los asesinatos, pues se benefician del exilio de votos no-nacionalistas y la dificultad para completar sus listas electorales. ¿Cuántos mártires más harán falta para unirse a los demócratas en la única terapia posible contra este cáncer: la justicia y la acción policial? Ya sé que, a los que no aceptan vivir de rodillas no les gusta que les llamen héroes, pero, que sería de nosotros sin estos valientes.”
Mi reconocimiento y el recuerdo a todas las víctimas de ETA, a los héroes (a los que la banda no pide perdón), a los que les segaron la vida o la salud sin saber el por qué y a sus familiares. Contra todo lo inmoral hay que recurrir con armas morales. Decía Gandhi: “para practicar la no-violencia hay que estar preparado para morir. La no-violencia es la fuerza más activa del mundo… la fuerza espiritual es infinitamente superior a la fuerza física. Las armas de la verdad y el amor son invencibles… el espíritu dormita en los violentos”. No hay que dejar espacio para el odio o el rencor. Gandhi también decía que su patriotismo no podía perjudicar a ningún ser humano. Mi gratitud a plataformas ciudadanas como “Basta Ya” o “el Espíritu de Ermua” que no se dejaron intimidar y resistieron a esa continúa provocación y acoso, porque su ejemplo infundía respeto y solidaridad en la inmensa mayoría de las personas.
Es una disolución forzada y una lección al mundo por el éxito de la policía, los jueces, los políticos, pero, sobre todo de la sociedad española que, como decía Gandhi: “lo mismo que comprimiendo el vapor se obtiene una fuente de energía, también controlando la cólera se puede obtener una fuerza capaz de cambiar el mundo entero, sin olvidar que la clemencia y el perdón son las virtudes de los fuertes”.


Muy bueno