VIOLENCIA SOCIAL



Ricardo Ruiz de la Sierra
VIOLENCIA SOCIAL
Todos somos en parte responsables de la violencia en nuestra sociedad del bienestar. Estamos haciendo del “éxito aparente” bandera y de los “supuestos perdedores” escarnio hasta en redes sociales. Los niños aprenden fundamentalmente por imitación y además no les negamos nada ¿Cómo pretendemos que en la adolescencia, con su primera pareja, comprendan que “un no es un no”? La carrera de los adultos por la mejor casa, el mejor coche o las mejores vacaciones, exige la auto explotación laboral. Además este tipo de “triunfo materialista” requiere en muchas ocasiones pisar al de al lado en una feroz competencia. Nunca ha habido tanto acoso laboral (Mooobing) me confesaba una psicóloga clínica ¿Cómo pretendemos acabar con el acoso en las aulas (Booling) y el suicidio infantil o que no ocurran los tiroteos en USA si a miles de trabajadores o alumnos, el jefe y los compañeros les hunden moralmente y no les ayudamos por miedo a que no lo hagan a nosotros?
Las relaciones afectivas son de usar y tirar como envases de refresco, aunque sean el padre o la madre de nuestros hijos. Ya no se reparan se reponen. Se han diluido valores como la fidelidad, la sinceridad, la generosidad, el perdón con la mentira, el engaño, el escrache y el no arrepentirse de nada ¿Cómo pretendemos minimizar la violencia si no tenemos una comunidad de vida y amor en casa ni tiempo para educar en el respeto?
La violencia se fomenta en la televisión, el cine, la literatura, en las protestas callejeras etc. Está en nuestra sociedad y aguarda en el interior de cada individuo. En casos de separación la violencia psicológica está en los abogados que se empeñan en demandar para cobrar más, en los jueces que perjudican a los hombres en cuanto a la custodia de los hijos, los bienes gananciales y las pensiones de alimentos e incluso está en la propia ley. Todos echan más leña al fuego en esta auténtica batalla legal y emocional. Debería ser norma la custodia compartida y ser preceptiva la intervención de mediadores familiares que enfríen esta dolorosa situación buscando el acuerdo. “La mayoría de los asesinatos de mujeres ocurren en los procesos de separación o divorcio de parejas sin antecedentes penales ni incidentes de malos tratos o violencia familiar”2. Es decir, crímenes cometidos por hombres aparentemente “normales” que desgraciadamente para las pobres víctimas o sus hijos, se convierten en monstruos en busca del mayor dolor posible al dejarse llevar por la ira y el rencor o por no ver salida a rehacer su vida, ni emocional ni materialmente. En la guerra matamos, aunque no somos asesinos, pero en ninguna los soldados se suicidan después de matar. “Solo un cuarto de las mujeres asesinadas ha denunciado previamente al agresor”2. Eso no quiere decir que las otras tres cuartas partes han convivido con un maltratador además de futuro asesino, es un error de interpretación cometido por la ideología de género que no está ayudando nada al problema de la violencia machista. ¿Cómo pretendemos que haya paz sin justicia?
«Desde la promulgación de la ley 1/2004 de protección integral contra la violencia de género es muy fácil arruinar la vida de un hombre»[1] y un hombre desesperado también es más fácil que se “enajene transitoriamente”. “El supremo interpreta por los mismos hechos un delito grave para el hombre, incluso en defensa propia y, una falta leve para la mujer”1. Esto hace que, por cualquier nimiedad, algunos hombres salgan esposados de su casa delante de sus hijos y duerman esa noche en el calabozo. “La fiscalía no incluye en el cómputo de denuncias falsas presentadas por mujeres las que se han archivado o en las que la pareja o expareja resulten absueltos por la no probación de hechos” 1. ¿Cómo pretendemos desactivar la explosiva situación que es la frustración de muchos ciudadanos o promover relaciones de calidad donde se amortigüen para un bienestar mental, en esta sociedad superficial e individualista?
La violencia está en lo más profundo de cada individuo y solo se manifiesta en determinadas condiciones. La ira no tiene sexo, su consecuencia: la violencia sí. Por lógica, la violencia física la comete con más frecuencia el hombre y la psicológica la mujer (aunque ellas también matan a sus hijos). El que mueran más gacelas que leones no tiene que ver con la testosterona. Según el INE, «una media anual cercana al cuarenta por ciento de las víctimas de la violencia en el seno familiar son hombres» y eso que muchos no denuncian porque como dice el famoso lema “Yo si te creo” solo es para las mujeres. La violencia de cualquier tipo no tiene ninguna justificación, pero hay que desvelar las causas para minimizarla (sirva como ejemplo las de los terroristas palestinos). Desgraciadamente siempre habrá psicópatas cuya relación habitual con los niños y las mujeres sea el abuso y que, a ellas, intenten matarlas cuando les abandonan. En estos casos y solo en estos si son muy importantes los jueces y las fuerzas de seguridad del estado. Opino que hasta que las féminas no tomen conciencia de que los discriminados pueden ser sus hijos, padres o hermanos las cosas no evolucionaran a mejor.
“La sociedad condena lo que en el fondo está alentando” decía un intelectual y un sacerdote “Sentir es humano, consentir no” ¿Cómo pretendemos corregir determinados comportamientos si los malos ejemplos, la confusión o la falta de ética están diariamente en los medios de comunicación y en las redes sociales?
RICARDO RUIZ DE LA SIERRA – ESCRITOR
[1] Felipe Mateo, jurista
2 Datos suministrados por las instituciones.

